Erick Castillo
La cita fue en el número 276 de la calle Contreras Medellín, en el corazón mismo de la ciudad de Guadalajara. Un patio afrancesado nos recibió con enredaderas en sus columnas, frescos de colores pastel en los techos y mosaicos artesanales en el piso. Café con letras acertadamente eligió como sede a la conocida Casa-Mixcoacalli, un lugar con más de diez años de camino recorrido en la promoción de la movida artística alternativa de la ciudad.
Con cerveza a 18 pesos y pan orgánico de Juan Prado, músico invitado y también panadero, comenzó la tertulia ya entrada la noche en está húmeda ciudad. Fue precisamente con la música del cantautor local, quien tras estacionar correctamente su bicicleta con la canasta de pan, comenzó a mostrarnos su trabajo como compositor.
Canciones que surgen de la tierra y es a ella a dónde van dirigidas de regreso, canciones de experiencias como voluntario en una comunidad de San Luis Potosí, canciones que buscan el vuelo como mariposas, canciones rápidas como venados y hermosas como flores del desierto. Juan Prado vestía una chamarra de piel, lentes de pasta, pelo y barba crecidos que se arremolinaban formando una sola unidad. Juan canta a la naturaleza y al espíritu de las tradiciones y de los hombres. Prado hace panadería de autor, panes de café, panes de pulque… Es muy delgada la línea divisoria entre las creaciones de un artista, para el músico parece no haber una diferencia substancial entre hacer un buen pan o una buena letra.
De la misma forma parece ser delgadísima la línea que existe entre la realidad y el ensueño en la obra del artista plástico Edén Mir, que en esta ocasión ilustró a café con letras. Una casa yace en el punto más alto de un árbol, justo allí donde debería aparecer el follaje, majestuosa con pórtico y chimenea, la casa aparece entre un remolino de nubes. Si aún queda espacio para la sorpresa solo basta seguir bajando la vista para encontrar que en la base del árbol dónde normalmente las raíces encontrarían la tierra para anclarse, aparece una taza cafetera de porcelana reluciente color blanco descansando sobre un plato también de porcelana, donde a su vez reposa una misteriosa llave. Todo con una exquisita técnica de grafito y un manejo majestuoso de las texturas, las luces y las sombras.
Dos mujeres poetas tomaron el escenario como trinchera para lanzar alaridos de rabia, cantos de amor, protestas y caricias maternales. De forma alternada Blanca Batiz y Nadia Arce construyeron un puente de palabras dónde transitaron la amorosa raíz de Chumacero, el beso del desconocido en el metro, los poemas de los desheredados y el cielo marino. Por más de media hora las poetas intercambiaron la voz para expresar sus inquietudes, sus pasiones, sus delirios. Mientras Nadia demandaba: “Brota hierba de mi pecho”, Blanca decretó: “Estoy aquí sin pretéritos, ni condicionantes, en el presente”.
Alrededor de las 10 de la noche se llevó a cabo la rifa de libros, y en esta ocasión también de panes. La casa Mixcoacallí agradeció la asistencia al evento y nos invito a la presentación próxima de una lectura poética en el marco internacional de los 100 mil poetas, evento que tendrá como sede el número 276 de la calle Contreras Medellín y es organizado en Guadalajara por Aida Monteón. A los asistentes solo nos quedó guardar en nuestra memoria la imagen del patio afrancesado de la Casa-Mixcoacallí, rebosante de vegetación y amor por la cultura y el arte.
Comments
Latest posts by Galileo Contreras (see all)
- Tuxpan reconoce a mujeres de la comunidad indígena - 9 marzo, 2019
- El pueblo mágico de Zacatlán de las manzanas - 7 febrero, 2019
- Tradición y naturaleza en Chignahuapan - 7 febrero, 2019
Notas similares







