Johanna Alejandra Aguilar Noguez.
y la vana esperanza de que el amor regrese
como la luz del sol al rayar la mañana.
Carlos Prospero
El cielo obscuro y las manecillas en un ángulo obtuso, el recinto del ExConvento del Carmen y su sala Elías Nandino, la fecha previamente acordada y los lectores interesados, los libros y su escritor.
Con un lleno total, en la mesa de presentación estaba la Maestra María del Rosario Orozco (quien estuvo al cuidado de la edición), el poeta Carlos Prospero, la Lic. en letras Gabriela Camberos Luna y el Maestro Jorge Souza (presentadores)
La Maestra Rosario dio la bienvenida e hizo algunos comentarios sobre la edición que estuvo a cargo de acequiavadenuez y Editorial HOMO SCRIPTUM. Después dio la palabra a los presentadores iniciando por la Lic. Gabriela quien inicio hablando de la forma personal en que se acerca a la poesía. Posteriormente dijo:
“…entré a este poemario a través de los sentidos, recorriendo las calles mojadas de Tapachula.”
Esta frase hace referencia al prólogo, escrito por Óscar Prospero quien nos hace ver a Tapachula como el principio y el final de este poemario, según lo comentó la presentadora y agrego que es también “el origen del poeta y un punto de retorno.”
Con un tono amable iba llevando al público a conocer el arte poética del autor, y al respecto compartió:
“Y es que en Tapachula podemos rastrear también el origen de la ars poética de Prospero. El autor nos muestra que no puede desprenderse de su historia, de los recuerdos impresos en su memoria infantil, de la herencia moral que las generaciones que le preceden dejaron en sus ojos, que no se cierran frente a la realidad que le circunda, que no es plana, sino llena de claroscuros: de amor y dolor, de nostalgia, de pobreza y de la luz que se proyecta en las calles lavadas por la lluvia.”
Tal parece que el arte poética de Prospero confronta la belleza de la vida cotidiana con la miseria cotidiana de la vida. Lo sublime se alcanza por oposición, por reconocimiento de una realidad multiforme, sin concesiones a la idealización.”
Para concluir su participación la Lic. Gabriela dijo:
“Como en otros momentos de su obra, Han llegado las lluvias no se aleja de las preocupaciones existenciales, pero cabe ahora la frescura del regreso al origen, de desandar los pasos y reconocer la historia personal.”
En un segundo momento el Maestro Jorge con un rostro que reflejaba emoción y una bella sonrisa tomó la palabra reconociendo que el poeta en cuestión, es un estupendo escritor que tiene mucho que dar a las letras de este Estado, después, puntualizó sobre la crítica aguda que realiza el autor en la red social Facebook, la cual mueve a la duda y a la contradicción.
Respecto al libro dijo:
“La voz del poeta fluye con tranquila certeza en los versos de este libro; a veces canta, otras evoca, otras más recuerda, y muestra ante la vista de nosotros, el poder de los versos para encender, por ejemplo, la imagen del amor; recuperar las horas, así sea por momentos, de la infancia perdida; tender la luz sobre árboles lejanos; mirar de nuevo a la mujer o mujeres amadas y encender el instante ante nosotros, como si de un mago se tratará.”
También refirió que el tono de este libro está matizado “por la resonancia de poetas” que el autor ha leído y conoce perfectamente, entre los cuales están Vallejo, Eliot y Pessoa, de igual forma Jorge encontró “el eco de su [la] voz antigua”, de Carlos, pues se conocen desde muy jóvenes. Respecto al estilo dijo es “ágil, con maestría técnica y mano segura”.
Para finalizar su presentación compartió que en los versos “Carlos denuncia la petrificación del mundo, la caída de la ciudad ante las ambiciones desbordadas, la explotación del hombre, la violencia soterrada de la desigualdad. Por eso para él “La belleza es un grito de guerra” mientras el mundo tan sólo es un objeto que se cierra en sí mismo”.
Y aquí para nuestros lectores un fragmento del poema que cierra el libro:
POEMA DE VERANO
Quería descansar, quería
sentarme en el viejo sillón donde duermo la siesta
y repasar los años decisivos de mi vida pasada,
repasar evocar ver todo de manera tranquila.
Un poco como el viejo Ulises, sentado en esa silla
donde paciente espera
que los vientos alisios traigan a la muerte.
[…]
Y vagando sin rumbo por las calles centrales
de nuestra gran mansión
una tarde sembrada de nubes muy cargadas
con agua para lluvia
con esa luz que riela y que escapa de pronto
formulando una línea de luz
del cielo hacia la tierra,
me encontré con tus ojos profundos y rabiosos
con sus rayos de enojo buscando a quien mirar.
[…]
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